Quien no es tentado, no progresa
Me cagüen la puta hostia. Esto te pasa por confiar en el que
proveerá. Toda la puta vida confiando. Confiando en que algún día el padre
Tomás te sacaría de esta parroquia de mierda.
También confiabas, cuando en el seminario, el profesor te decía que te quería y luego te abría el
culo.
Te hincaba la cruz y luego se corría y te decía que no era
pecado.
Y luego se iba el muy malsano a hacerlo con los otros
novicios.
¿A ellos también les decía que los quería?
No, solo a ti.
Mírate ahora, confiando en que ascenderás a los cielos
cuando ni siquiera has ascendido en la orden.
Encima te traen a una monaguilla para que te ayude.
Una monaguilla gorda. Hábrase visto.
Gorda como los pecados que tuviste cuando novicio.
Una mujer ayudándote en la tarea de la redención.
Ay, cómo echas de menos al salado de Marcelino.
Ese sí que era un monaguillo de confianza.
Recuerdas cuando para impresionarte te comentó que debías vaciarte de todo lo que estás lleno para que luego puedas ser llenado de aquello de lo que estás vacío.
Vaciarte del recuerdo del padre Tomás. Llenarte de Marcelino. LLenar a Marcelino.
Llenar el reino de los cielos de Marcelinos. Dónde estará ese angeólogo, que era una angeólogo.
Progresar. Porque tú sabes que quien no es tentado, no progresa.