En qué momento perdiste tu ruta


En qué momento perdiste tu ruta,
corsaria,
tu mástil astillado por la navaja
como brazos de bandera rajados por el viento,
tu puño derecho cerrado
lleno de sangre
tu puño de bandera pirata 
que izaste cuando eras brava en el mar
contra el desembarco de las cabezas,
contra todos los desembarcos,
contra todas las patentes de corso
contra la contra.

Naufragas 
en mi cuarto de baño de mármol translucido
y lanzas la navaja
al lado de las velas
que un día te llevaron por horizontes fugitivos,
tu sangre ceronegativa
diseminada como acuarela
en el mármol blanco translúcido,
fue mensaje en la botella
como un tequiero que se autodestruyó,
en ese momento,
en el momento del naufragio.


[El supo lo que pasaba, por eso te agarraba fuerte del antebrazo, como hace mi abuela con su amiga Angelitas, porque te estaba haciendo transfusiones sanguíneas, de herida a herida abierta. Todo esto pasó, al rumbo de otro, que nunca seré, pero al menos supo sujetarte, lavar un baño de sangre, lavar las sábanas blancas. Pero eso es otra historia]


Después de todo aquello,
te vieron llegar a la oficina
y sonreir al jefe,
astuta en tierra,
te ofreciste para ser la encargada 
de organizar 
el próximo crucero
para el viaje de empresa.

En qué momento, corsaria, en qué momento perdiste tu ruta.


* A Benítez Reyes que me enseña que hasta la luna tiene manchas.

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