Verano experimental

-1-

Te diría, compañero, que me encantaría seguirte hoy en la última cena, cantar y beber hasta que nos dieran un trabajo por ello, pero no nos queda sentido del humor suficiente para hacer reír a los piratas que nos habitan. Le hemos regalado un museo de barcos que solo se sostienen en el filo de la navaja. Aún así no podríamos rajar este océano inmóvil  que sujeta nuestro mar de infancia.

Pero no podemos rajar el océano inmóvil 
espero mientras las ondas llegan a la orilla
descubren las ondas la orilla del universo
 el movimiento se expande en el agua
 y conduce mi brazada
las ondas calentando mi café de barro
no veré dónde quiero lanzar la piedra
pero aún quedan piedras para derribar acantilados
suelta el cepo
lanza la piedra
espera la onda en la orilla
presta atención a tu muerte de espuma
juega con las olas
y no te olvides de aquel barco,
que después de todo
permanece inmóvil. 


-2-

Si el mar está en un vaso de agua 
veo el océano en esta piscina.

Ha escapado para siempre
la mujer amarilla de crema y toalla.

Agarrada las crines del sol de junio
trotó hasta el borde del acantilado,
ha mojado su pícaro dedo meñique del pie,
haciéndole cosquillas al agua,
carcajadas como ondas que se expanden
hasta mi reposo, salpican mi verano,
iba a decirle que no es justo mover así el agua.

Pero se ha sumergido para siempre,
y no hay ningún poeta que sepa bucear
ningún poeta que sepa de primeros auxilios,
ni de descubrir tesoros en la Atlántida.

Emerge la honda
soy la prolongación del agua
poeta  frente a las olas.

Tendremos que esperar a que se evapore la piscina
y nos llueva en octubre la niña clorofílica,
la que se olvidó la crema y la toalla.

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